Catequesis del Papa sobre el 6º Mandamiento

Comentando el sexto mandamiento del Decálogo —«No cometerás adulterio»—, el Papa Francisco ha afirmado el miércoles que no se refiere solo a los esposos, pues toda persona humana está llamada al amor, que se manifiesta en cuidar a otra persona que lo necesita.

En esa perspectiva, según Francisco, «el cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay espacio para la lujuria ni para la superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres merecen mucho más!».

Ante millares de participantes en la audiencia general en la plaza de San Pedro, Francisco ha afirmado que «la persona humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, y en su polaridad masculina y femenina, está destinada a amar y ser amada».

El Papa ha explicado que «el camino de la maduración humana es también un camino del amor mismo, que va pasando del recibir cuidados al dar cuidados, del recibir la vida al dar la vida», llegando a una actitud paterna y materna, es decir, «la capacidad de asumir el peso de otra persona y amarla sin ambigüedad».

Ese es también el modo generoso de amar de las religiosas y de los sacerdotes, pues «la Iglesia no necesita aspirantes al ‘papel’ de sacerdote, sino hombres a quien el Espíritu Santo ha tocado el corazón con un amor sin reservas. En el sacerdocio se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura, y la fuerza de un esposo y de un padre».

El Santo Padre ha completado así la catequesis sobre el sexto mandamiento iniciada el miércoles anterior con la advertencia de que «el matrimonio requiere una preparación, diría un catecumenado, porque uno se casa para toda la vida, y con el amor no se juega».

El Papa subrayó entonces que «no basta con tres o cuatro conferencias en la parroquia. Sería aparentar una preparación, y los responsables serían el párroco y el obispo».

El matrimonio religioso es un paso serio, y Francisco lo comparó al camino formativo previo al bautismo de los adultos: «la preparación al matrimonio requiere tiempo, debe hacerse como un catecumenado».

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Venirse arriba, venirse abajo por tonterías

Si te vienes arriba o te vienes abajo por incidentes de poca importancia necesitas edificar tu vida sobre un terreno más sólido. No basta el mindfullness, aunque es una buena ayuda. Necesitamos la oración, necesitamos iniciarnos en el arte de la oración, para poder encajar del todo en los planes de Dios y alcanzar la paz y la felicidad.

El Papa está yendo a lo esencial en la Iglesia

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta
Viernes 26 de octubre de 2018
En la Primera Lectura de hoy (Ef 4,1-6), San Pablo, desde la soledad de la prisión, dirige a los cristianos un auténtico himno a la unidad, recordando la dignidad de la vocación. Es una soledad que acompañará al apóstol hasta su muerte en “Tre Fontane”, porque los cristianos están demasiado ocupados en sus luchas internas. El mismo Jesús, antes de morir, en la Última Cena, pidió al Padre la gracia de la unidad para todos. Sin embargo, ya estamos acostumbrados a respirar el aire de los conflictos: cada día, en la tele y en los periódicos, se habla de conflictos, un tras otro, de guerras, sin paz, sin unidad. Aunque se hagan pactos para detener cualquier conflicto, luego dichos acuerdos quedan desatendidos. De ese modo, la carrera armamentística, la preparación para las guerras, la destrucción, sigue adelante. Hasta las instituciones mundiales –lo vemos hoy–, creadas con la mejor voluntad de ayudar a la unidad de la humanidad y de la paz, se sienten incapaces de hallar un acuerdo: que si hay un veto aquí, un interés allá… Y les cuesta encontrar acuerdos de paz. Mientras, los niños no tienen de comer, no van a la escuela, no son educados, no hay hospitales, porque la guerra lo destruye todo. Tenemos como una tendencia a la destrucción, a la guerra, a la desunión. Es la tendencia que siembra en nuestro corazón el enemigo, el destructor de la humanidad: el diablo. Pablo, en este pasaje, nos enseña el camino hacia la unidad: “mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”. La unidad está ‘blindada’ –podemos decir– con el vínculo de la paz. La paz lleva a la unidad.

Por eso: “os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos”. Para hacer la paz, la unidad entre nosotros, humildad, dulzura –nosotros que estamos acostumbrados a insultarnos, a gritarnos…, dulzura– y magnanimidad. Olvídate, y abre el corazón. Pero, ¿se puede hacer la paz en el mundo con esas tres cosas pequeñas? Sí, es el camino. ¿Se puede llegar a la unidad? Si, por ese camino: humildad, dulzura y magnanimidad. Y Pablo es práctico, y continua con un consejo muy práctico: “sobrellevaos mutuamente con amor”. Soportarnos los unos a los otros. No es fácil, siempre sale el juicio, la condena, que lleva a la separación, a la distancia… Eso pasa, también cuando se crean distancias entre los miembros de una misma familia. Y el diablo es feliz por eso, es el inicio de la guerra. El consejo es pues soportare, porque todos damos motivo de fastidio, de impaciencia, ya que todos somos pecadores, todos tenemos defectos. San Pablo recomienda “conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”, inspirado seguramente por las palabras de Jesús en la Última Cena. “Un solo cuerpo y un solo Espíritu”.

Y luego sigue y nos hace ver el horizonte de la paz con Dios; como Jesús nos hizo ver el horizonte de la paz en la oración: “Padre, que sean uno, como Tú y yo”. La unidad. Además, en el Evangelio de hoy (Lc 12, 54-59), Jesús aconseja buscar un acuerdo con nuestro adversario “en el camino”: un buen consejo, porque no es difícil hallar un acuerdo al inicio del conflicto. El consejo de Jesús: ponte de acuerdo al inicio, hacer las paces al inicio: eso es humildad, eso es dulzura, eso es magnanimidad. Se puede construir la paz en el mundo entero con estas cosas pequeñas, porque esas actitudes son las de Jesús: humilde, manso, perdona todo. El mundo hoy necesita paz, nosotros necesitamos paz, nuestras familias necesitan paz, nuestra sociedad necesita paz. Empecemos en casa a practicar estas cosas sencillas: magnanimidad, dulzura, humildad. Sigamos por ese camino: el de hacer siempre la unidad, consolidar la unidad. Que el Señor nos ayude en ese camino.

La fidelidad conyugal (audiencia general del Papa, 25.10.2018)

Hoy dedicamos la catequesis al sexto mandamiento, que dice: “No cometerás adulterio”. Esta palabra del Decálogo supone una llamada a la fidelidad, pues no hay auténticpa relación humana sin lealtad y fidelidad. No se puede amar solo cuando “conviene”. El amor se manifiesta cuando se da todo sin reservas. El ser humano necesita ser amado sin condiciones, y cuando no encuentra este amor el corazón busca llenar ese vacío con sucedáneos, componendas y mediocridades, entregándose a relaciones estériles e inmaduras, con la falsa ilusión de encontrar allí un poco de luz y de vida. Así, se sobrevalora la atracción física, que en sí misma es un don de Dios, pero que está orientada para preparar el camino a una relación personal auténtica y fiel.

La vida conyugal requiere un tiempo de noviazgo para discernir y verificar la cualidad de la relación. Los novios, para acceder al sacramento del matrimonio, tienen que madurar la certeza de que no basta solo con la buena voluntad, sino que se han de apoyar en el amor fiel de Dios. Este mandamiento nos llama pues a dirigir nuestra mirada a Cristo, para que sepamos encontrar en Él la fuente de nuestra fidelidad, de nuestra constancia en las relaciones con los demás y de nuestra comunión mutua.

Controlar la lengua

«Sed todos prontos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira. Porque la ira del hombre no produce la justicia que Dios quiere. Hay quien se cree religioso y no tiene a raya su lengua; pero se engaña, su religión es vacía». Estas palabras de la Carta de Santiago son muy actuales en nuestra realidad española porque somos muy extrovertidos y podemos crispar el ambiente familiar, de trabajo o de la sociedad en general por pecados de la lengua.

Vida de familia

La conciliación trabajo-hogar, para mujeres y hombres, es prioritaria en una buena sociedad. No se puede delegar la educación de los hijos, de un modo absoluto y obligado por el sistema, a guarderías, escuelas, a instituciones ajenas a la familia. Se necesitan más padres y madres presenciales, no virtuales, con todos los apoyos exteriores que sean posible.

La educación de los niños

Un niño con una libertad excesiva crecerá en la desorganización y la falta de control, y cuando crezca y quiera estructurar su vida, le resultará muy difícil. En cambio, un niño con una buena educación y disciplinado de manera positiva, no tendrá tantos problemas para enfrentarse a las frenéticas demandas de la vida y podrá crear una estructura que le permita adaptarse. El papel de los padres en este proceso es fundamental y, si se comienza desde una edad temprana, serán capaces de educar a su hijo sin muchos problemas. En este punto, es importante recalcar la importancia de la juventud del niño, pues para una mejor absorción, esta educación debe comenzar durante sus primeros años.

(Editorial, Sapiens. Resumen De «12 Reglas Para La Vida: Un Antídoto Para El Caos – De Jordan Peterson»: (The 12 Rules For Life) (Spanish Edition) (Posición en Kindle410-416). Sapiens Editorial. Edición de Kindle).